Gene Sharp, ideólogo de la no violencia

15/Mar/2011

Gene Sharp, ideólogo de la no violencia

Académico norteamericano, es autor de un manual de resistencia pacífica a las dictaduras cuyas recomendaciones circularon entre los jóvenes egipcios en la Plaza Tahrir
Avedis Hadjian
Para LA NACION
Domingo 13 de marzo de 2011
Hasta que comenzaron las revoluciones en el mundo árabe, Gene Sharp era un nombre apenas conocido por académicos y autócratas. Estos últimos, porque sabían que el autor de manuales que identifican las vulnerabilidades de las dictaduras y cómo desarmarlas sin la fuerza era alguien de temer. Los militantes de las agrupaciones juveniles que derrocaron al líder tunecino Zine el Abidine Ben Ali y al egipcio Hosni Mubarak eran discípulos de las ideas de Sharp, cuyos libros descargaban de Internet. Entre los manifestantes de la plaza Tahrir, en El Cairo, circulaban fotocopias de las tácticas que propone Sharp en De la dictadura a la democracia para montar revueltas no violentas contra las dictaduras: hacer sentadas, desplegar banderas y colores, confraternizar con los soldados y policías enviados a reprimirlos, suspender actividades sociales y deportivas, entre otras medidas.
Desde que un movimiento juvenil en 2000 ayudó a derrocar a Slobodan Milosevic en Serbia con las recetas de Sharp, las ideas de este hombre de 83 años, de voz y semblante frágiles, han puesto nerviosos a líderes de credenciales democráticas inciertas, de Irán a Venezuela, donde en 2007 el presidente Hugo Chávez lo acusó de conspirar contra su gobierno. Sharp luego refutó esta acusación en una carta abierta.
El año pasado, Sharp fue postulado como candidato al premio Nobel de la Paz. Según un artículo publicado días atrás en la revista noruega DN Magasinet , el director del Instituto Nobel en Oslo, Geir Lundestad, dijo que los escritos de Sharp son hoy “más relevantes que nunca”, y “muy importantes para los cambios que están teniendo lugar ahora mismo en los países árabes”.
Sharp ha elaborado una guía rápida que incluye 198 “métodos de acción no violenta”, una breve lista de herramientas imposibles de derrotar por las armas, con explicación y antecedentes históricos someros. Por ejemplo, el método número 24 propone utilizar “luces simbólicas”, y menciona el uso de velas, antorchas y faroles en 1953, en Sudáfrica, en el primer aniversario del lanzamiento de la Campaña de Desafío contra el Apartheid. El 37 es “cantar”. El 52 es el “silencio”. ¿Cómo reprime una dictadura el silencio? El 54, “dar la espalda”. El 136, “desobediencia encubierta”.
Sharp vive y trabaja en una vieja casa en un barrio modesto de Boston, que además sirve de sede de la Institución Albert Einstein, que fundó en 1983. En sus ratos libres cuida de su invernadero de orquídeas raras.
Tras dedicarse al estudio de la resistencia no violenta contra la opresión desde sus épocas de estudiante en las universidades de Ohio y de Oxford -donde se dedicó a analizar el caso de la oposición pública al régimen colaboracionista con el nazismo de Vidkun Quisling, en Noruega, durante la II Guerra Mundial-, Sharp, movido por el interrogante de por qué tiene que morir tanta gente para precipitar cambios políticos, encontró los rasgos comunes a todas las dictaduras. Y, por ende, remedios comunes para atacarlas sin uso de la fuerza en sus flancos más débiles.
Las dictaduras se apoyan en consensos sociales, a su vez, basados en el miedo. Siempre tienen el uso de la fuerza de su lado, por lo que elegir esa vía es atacarlas allí donde son más poderosas. “Al confiarse en los medios violentos, uno ha escogido el modo de lucha en que los opresores casi siempre son superiores”. En cambio, de perder el consenso general, las dictaduras se desmoronan por su propio peso.
“No esperaba que esto ocurriera en Túnez y Egipto”, dice. “Fue una sorpresa, pero una buena sorpresa, porque en Egipto lo hicieron con mucha habilidad: básicamente dijeron que no tenían miedo”. Señala un cuadro de Gandhi que cuelga de una de las paredes de su pequeña oficina, atiborrada de libros y diarios, y dice: “Gandhi dijo en 1930: ´Tienes que perder el miedo. Si pierdes el miedo, el opresor ha perdido la manera de controlarte´”.
Dice que no tiene pruebas del papel de sus ideas en la insurrección de Egipto, y no acepta mérito por los acontecimientos. “Así nos dicen”, asiente, en referencia a crónicas periodísticas que documentan cómo los líderes de la revolución egipcia se enteraron de sus métodos y los distribuyeron entre los jóvenes. Los líderes de una de las agrupaciones que encabezó la revuelta contra Mubarak, el Movimiento Juvenil 6 de Abril, descubrieron a Sharp al entablar contactos con Otpor, el grupo que organizó la resistencia no violenta contra Milosevic en 2000. Los jóvenes de Otpor, a su vez, se habían enterado de las ideas de Sharp en un seminario sobre desafío político no violento en Budapest, en 1998.
Muestra preocupación por la lucha entre la resistencia y las fuerzas leales a Muammar Khadafy en Libia. “Si se propaga el ejemplo libio se desacreditará esta idea”, dice.
Su libro De la dictadura a la democracia se ha convertido en el manual de referencia de los aspirantes a revolucionarios en muchas latitudes. Lo escribió a pedido de un disidente birmano. “La única razón por la que esto es poderoso es que es genérico, no lo escribí sobre Birmania”, dice él. “Tenía que escribirlo genéricamente: era lo único que podía hacer”. El libro fue traducido a 34 lenguas, incluido el árabe, y hay pedidos de traducción a otras siete.
Sharp recuerda la revuelta de las repúblicas bálticas contra la Unión Soviética a fines de los años 80. “Los países bálticos comenzaron su propio curso de acción no violenta. Estaban bajo ocupación extranjera. Nos reunimos con ministros de gobierno y miembros del parlamento, y adoptaron este curso de acción para su independencia. No me estoy atribuyendo el crédito por ello, pero sabemos que implementaron nuestras ideas.” Con la independencia de los países bálticos comenzó a descomponerse la URSS. “No tenía que ocurrir lo que ocurrió en Chechenia. ¡Estúpida Chechenia! ¿Lucha con armas contra Rusia?”, exclama este hombre de hablar suave. “Creo que murieron 12, 13 ó 14 personas en Lituania”, dice. “En Letonia, en Riga, murieron siete u ocho personas… y en Estonia no murió nadie”, añade. “Nadie.”
Recuerda también sus encuentros con el Dalai Lama. “Tenía una mente muy abierta, si bien su política es conciliadora y no está dispuesto a la lucha no violenta en este momento”, dice Sharp. “Verbalmente, el Dalai Lama nos dio todo su apoyo vigoroso. Pero su política es más suave. Tiene una ética no violenta. No le gusta demasiado el conflicto”. ¿Y es eso un problema? “Es un gran problema”.